Seguridad Personal

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La planificación atinada de un buen sistema de prevención de delitos, sigue siendo una deuda pendiente. El amparo urbano se halla seriamente amenazado por la criminalidad difusa –micro delincuencia- que es la que despierta la mayor sensación de inseguridad. La impunidad y extrema violencia con que se cometen los delitos, está dejando severos traumas, al punto que, en algunos sectores donde el crimen ataca con mayor dureza y constancia, nuestra sociedad se encuentra en involución.

A mediados de los años 1960, en coincidencia con la tecnificación de los procesos industriales, las sociedades en todo el mundo se volvieron más complejas y el fenómeno de la delincuencia acompañó el rápido cambio social, aumentando exponencialmente. Este profundo cambio produjo un alto nivel de inseguridad en la ciudadanía, lo que también se tradujo en un elevado grado de insatisfacción sobre las acciones policiacas.

Ante el avance delictivo, las primeras acciones preventivas se registraron en algunos países de Europa, y en los Estados Unidos, donde los ciudadanos civiles y policías mancomunaron esfuerzos para contrarrestar este flagelo.

En algunos estados de los EE.UU., este tipo de emprendimientos tiene sus primeros antecedentes durante los primeros años de la década del 70. Este problema había sobrepasado las tareas preventivas, disuasivas y represivas de sus fuerzas policiales. La policia se dio cuenta que sola no podia manejar en forma responsable el órden público y decidió reconocer abiertamente su problema. La comunidad rápidamente comenzó a involucrarse en la prevención del crimen, colaborando manifiestamente con las fuerzas del orden, dándole apoyo, ideas e información. Si bien no lograron erradicar el crimen totalmente, mediante el esfuerzo conjunto ciudadano/policia, pudieron reducirlo a indices relativamente aceptables.

Francia, Italia, Inglaterra y España, sufrieron procesos similares y también se agruparon las fuerzas públicas y los habitantes con el propósito de implementar politicas de prevención del crimen difuso, con resultados positivos.

Por lo tanto, cualquier medida de prevención sólo será efectiva, cuando el ciudadano común comprenda que no puede vivir rodeado de rejas o de policias, que también se tiene que hacer responsable de su propia seguridad y ejercer una participación activa en programas y campañas de prevención.

El éxito de la actividad de prevención está dado por la interrelación entre la sociedad y la policia, por su acercamiento a la población y su integración.

Esta es una acción efectiva para revertir la sensación de riesgo, y comenzar a despertar inseguridad en los delincuentes, dado que el control del crimen por parte de la ciudadania, evita la constante repetición de hechos criminales.

*Fuente: Diario Legítima Defensa, edición nº4, página 6 – sección de correo de lectores. Impreso en la Ciudad Autonoma de Buenos Aires en Noviembre de 1998.