Humor: ¿Quien descubrio America?

Todo comenzó con la llegada del inspector escolar perteneciente al Consejo Educación Nacional, quien se trasladó hasta un pueblo “olvidado” en la provincia de Bueno Aires.

En la humilde y pequeña estación de tren del Pueblo lo esperaban al inspector, el Director de la escuela y algunos padres de alumnos, quienes le brindaron una cordial bienvenida. Tras la recepción, el Director lo invito a abordar su auto para llevarlo a la establecimiento educativo. Una vez allí y tras una extensa charla, el inspector le comento al director que le gustaría presenciar una clase; el director inmediatamente llevo al inspector hasta el aula de 7mo grado, pues allí se encontraban los alumnos mas avanzados.

Una vez en el aula, y tras haberle presentado la maestra al inspector, este saludo a los alumnos quienes sabiendo que recibirían la ilustre visita, se encontraban impecablemente vestidos con sus guardapolvos muy bien almidonados.

– ¡Continue la clase! – dijo el inspector a la maestra, mientras observaba como los alumnos prestaban atención.

Al cabo de un rato, el inspector interrumpio a la maestra diciéndole:

-¿Me permite señorita hacer una pregunta a algún alumno?.

-¡Con mucho gusto!- contesto la Maestra de 7mo grado, y siguió – El aula es toda suya Sr. Inspector.

Entonces el inspector eligio al primer alumno de la fila y le pregunto al adolescente:

-Joven, ¿Quién descubrió América?.-

-¡Yo no fui, yo no fui! – respondio el chico, agachando la cabeza con gesto de verguenza y llorando.

El inspector, sorprendido por la respuesta del alumno, encaro a la maestra y le pregunto:

-¿Es verdad lo que estoy escuchando?-

-Vea Sr. Inspector, yo conozco a la familia del joven, y si dice que el no fue, entonces ¡el no fue!.

El inspector, espantado por la respuesta de la maestra, corrió hacia la dirección y antes de comunicarle al director que haría cerrar el establecimiento por tal nivel de ignorancia, le pregunto al director: – ¿Qué opina de tan burdas respuestas?

El Director de la escuela primero intento pedirle al inspector que se calmara, y después le pregunto:

-Sr. Inspector ¿Qué fue lo que pregunto, y cuales fueron las respuestas?

-¡Nunca! En mis 30 años de docencia y luego de inspector escuche algo igual. Le pregunte al alumno: “¿Quién descubrió America?” y el chico se pone a llorar diciendo que el no fue. Luego la maestra dijo que conocía a la familia y que si el chico decía que no fue, seria asi. ¿¡Qué tiene para decirme sobre tan ignorantes respuestas Sr. Director!? .

-Por ahora no le digo nada. – respondio el director – pero le aseguro que de aquí no sale nadie ¡hasta que aparezca quien la descubrió!.

Ahora el inspector estaba con el rostro desencajado de indignación. Se retiro de la escuela sin decir ninguna palabra y se dirigio a la Estacion de trenes para regresar a la Capital, y una vez allí hacer un informe para que el colegio fuera cerrado y todo el personal reasignado a nuevas tareas.

Mientras esperaba la llegada del tren, caminaba de punta a punta por el anden y murmurando en voz baja, dejaba translucir su descontento; justo cuando se acerco el guarda de la estación y le espeto:

-¿Qué le pasa buen hombre? Lo veo muy mortificado. – dijo el guarda.

El inspector, al ver al guarda como un hombre de edad avanzada y probablemente muy bien educado en otra época, accedió a contarle lo sucedido: le dijo que haciendo la inspección anual en el Colegio del Pueblo, le pregunto a un alumno ¿Quién descubrió america? Y que el chico se puso a llorar negando haber sido el. Entonces la maestra salio en su defensa diciendo que no era el, y luego el director de la escuela dijo que nadie saldría del colegio hasta que no apareciera el que la descubrió.

Angustiado, y esperando aprobación del guarda,  el inspector dijo:

-¿Cómo no voy a estar asi? ¿Usted me entiende?.

Y furiosos el guarda de anden le responde:

-¿Cómo no lo voy a entender?. De este pueblo se puede esperar cualquier cosa. ¡Capaz  que fueron ellos y le hechan la culpa al pibe!


Fuente: Javier Far, Diario Legítima Defensa, página 8, edición Nº11, Junio 1999. Impreso en la Ciudad de Buenos Aires.