Cocodrilo Dundee y las Armas en Australia

Cocodrilo Dundee y las Armas en Australia
Cocodrilo Dundee y las Armas en Australia

Ley de Armas en Australia

¿Desacierto de las buenas intenciones?

El desarme obligatorio favorece a la delincuencia

«Sr. Michael J. (Mike) Dundee, alias «Cocodrilo» – Paraje «Belongamick» (Zona Rural) Northern Territory Australia

«De nuestra consideración:

Ha llegado a nuestro conocimiento que, según evidencia filmográfica, Ud. ha tenido en su dominio un arma de fuego Clase B (fuego central de repetición) o C (semiautomática). Revisando nuestros archivos no tenemos constancia de que Ud. la haya entregado en tiempo y forma (acorde con la Ley de Recompra de Armas de Fuego). Ya que el vencimiento fue el 28 de Septiembre de 1997 deberá  presentarse de mediato en la comisaría o destacamento de policía mas próximo a su domicilio a regularizar su situación.

«Ante la posibilidad de que Ud. puede desconocer la legislación aludida (y según la cual Ud. ya puede haber cometido un delito cuya pena máxima llegaría a cuatro años de prisión efectiva y/o $20.000 de multa (por haber estado ausente, o en el interior fuera del alcance de las noticias), nos permitimos detallarle los puntos salientes (aunque ante cualquier duda, consulte a su abogado).

«Las armas se han clasificado en cinco categorías (sin incluir las armas blancas) a saber:

  • Categoría A: Rifles de aire comprimido, de fuego anular (excluyendo las semi-automáticas), escopetas de un caño y dos.
  • Categoría B: Armas de avancarga, rifles de fuego central de un caño, de dos caños y de repetición; combinaciones de rifle y escopeta (dos caños, “fusiles de caza”).
    Estas primeras dos pueden ser accesibles con licencia (detallaremos los requisitos mas adelante).
  • Categoría C: rifles semi-automáticos de fuego anular con capacidad máxima de 10 tiros en el almacén o cargador, escopetas semi-automáticas o de repetición con hasta cinco cartuchos de capacidad máxima.
    Estas son de uso prohibido, salvo que se justifiquen razones de necesidad de tenencia por ocupación o trabajo – y en el caso especial de ser miembro afiliado a la Asociación Australiana de Tiro al Platillo.
  • Categoría D: rifles semiautomáticos de fuego central, escopetas semi-automáticas escopetas de repetición y semi-automáticas de más de cinco cartuchos de capacidad, rifles semi-automáticos de fuego anular y mas de diez tiros en el almacén.
    Su tenencia esta prohibido salvo en uso oficial, policía o militar.
  • Categoría E: todas las armas de puño, incluyendo las de aire comprimido. Su tenencia esta prohibida para defensa personal, y restringido en armas específicas al tiro deportivo (para el cual debe estar afiliado a un club reconocido) y excepcionalmente para personal de seguridad y custodia.

«La licencia se tramitara en cada Estado o Territorio, según la reglamentación de cada uno. Se ha alentado uniformizar  los criterios, pero como requisitos mínimos a todas las categorías se deberá acreditar «una razón genuina» para querer tener un arma, además de comprobar su identidad por algún sistema similar a la utilizada para abrir una cuenta bancaria, además de tener 18 años o más de edad, y ser una persona «idónea y correcta» (a criterio del ente emisor). Las licencias se emitirán al menos 28 días después de presentada la solicitud y su vigencia será de hasta cinco años.

«Si Ud. tiene cualquier arma, Sr. Dundee, deberá entregarla de inmediato. Al haberse vencido el plazo no se podrá beneficiar de la evaluación de «compra»

– compensación según las tablas por marca y tipo de arma, en su momento más que generosas – y podría verse además obligado a justificarse para no incurrir en sanciones. Luego,  si su situación jurídica lo permite, podría tramitar una tenencia «ocupacional«, por ejemplo, como cazador de cocodrilos; o afiliarse a un club de tiro… al platillo si lo desea.

«Sin mas, nos despedimos de Ud. – Muy atentamente: Fiscalía General y Ministerio de Justicia –  Australia.»

¿Como llegó «Cocodrilo» Dundee a esta situación comprometida?

Esta ley de armas se introdujo en Australia poco después de acceder al poder el Primer ministro John Howard del partido Liberal en una alianza de partidos, que desplazo al gobierno Laborista de trece años. El tema de «seguridad» figuraba en su campaña. Se invirtieron fondos considerables en campañas muy bien orquestadas creando una idea de inseguridad y violencia (que en realidad era bastante menor que en muchos países comparables). No tuvo mayor eco – el electorado se volcó hacia su coalición por otras causas – hasta que un incidente trágico contribuiría a facilitar la imposición de  una ley draconiana de control riguroso.

Martin Bryant, con 28 años y problemas emocionales graves, inicio un tiroteo con un fusil Armalite en el centro turístico de Port Arthur – isla de Tasmania al sur del continente Australiano. Antes de su captura mató a 35 personas, hombres, mujeres y niños. Australia reclamaba hasta la instauración de la pena de muerte (cumple cadena perpetua). La reacción de horror del pueblo en general permitió el paso rápido por el Parlamento de una «ley de recompra» destinada a «quitar las armas de las comunidades y hacer de la Nación un lugar mas sano y seguro». Las circunstancias fueron muy similares a las que casi dos años antes habrán afectado a Gran Bretaña, donde en vísperas de elecciones en que el Laborismo inglés reemplazaría al gobierno Conservador liderado por Margaret Thatcher.

Otro desquiciado, Thomas Hamilton, asesinó a 16 niños en una escuela en Dunblane, Escocia: también provocó la reacción de reflejo – una prohibición de armas a los ciudadanos comunes (aun mas restrictivo). Este caso merece un tratado aparte – aunque tienen un hilo en común, no solo de ser ambos anglo-sajones, ante partes de cambios de orientación en sus gobiernos luego de períodos largos de un partido, sino que también por las circunstancias peculiares del desmantelamiento del Imperio Británico, ambos comparten estructuras de gobierno y legislación muy similares (técnicamente, la misma soberana – Elisabeth II es también Reina de Australia… y de Canadá) recordaremos esto en una nota futura, pero por ahora regresemos a Australia.

Actualmente se está a poco más de un año de la «recompra» – realmente, desarme obligatorio – de las armas allí. Veamos cual es la situación. El país tiene siete millones setecientos mil Km cuadrados (casi tres Argentinas, o 180 Suizas), con 18 millones de habitantes. PBI per cápita $ 17.500 por año (nosotros, $ 7.300 ; Suiza $37.000) o sea en un termino medio a próspero, muy poca densidad de población aunque con concentraciones urbanas y enormes espacios vacíos (los pagos del Cocodrilo Dundee).

En este escenario, ¿como le fue a la «re-compra»?

Según los datos más recientes, del Australian Bureau of Statistics (el Instituto Nacional de Estadísticas) – a Agosto de 1998 – se obtuvo la entrega obligatoria de mas de 640.000 armas de tenencia hasta entonces licitadas a un costo de $380.000.000 (se han convertido todos los montos a $US) o sea a un costo medio de casi $600 cada una. El «Buyback Handbook«, un manual oficial de este proyecto, contiene una larga lista de armas y sus evaluaciones, a manera de ejemplo, un FN FAL .308 (7.62) usado, se cotiza a $ 1900,  una Browning BAR M11 usada en $1000 (y los precios nuevos fueron los del mercado). Hubo un piso mínimo de alrededor de $ 200.

Hay grandes diferencias de opinión sobre la porción de armas en plaza que se han «captado». El gobierno y las agencias anti-armas (que incluye muchos de los medios de comunicación) opinan que ha sido un éxito rotundo. Se destruyeron en publico pilas espectaculares de armas.  Por el otro lado se citan cifras que indican se habría sacado de circulación menos de un tercio del total. La verdad puede estar como siempre, cerca del medio. No obstante, al no haber existido un registro ni haberse llevado una contabilidad de fabricación, ingreso y exportación (y se debe recordar que muchos australianos fueron combatientes activos en ambas Guerras Mundiales, y tuvieron a Vietnam  relativamente cerca), la zona gris entre el número estimado de armas lícitas y las que estarían en manos de delincuentes (verdaderos) es de por sí difícil de determinar y en el caso de estos últimos, imposible.

Las armas  se prohíben explícitamente para defensa propia: «No existe el derecho constitucional de portar armas en Australia. La defensa propia no es aceptable en ningún estado o Territorio como razón para tener un arma. Cualquiera que usa un arma en defensa propia es sujeto a la leyes penales existentes».  O sea, quien no haya acatado la ley y ha guardado algún arma está inhibido en su uso en este sentido. Esto tendría un efecto significativo en los datos que siguen.

Según la misma oficina de estadísticas, el número de ilícitos con armas ha aumentado significativamente entre 1996 y 1997. Homicidios en el estado de Victoria (donde se ‘recuperaron’ mas de 200.000 armas) aumentaron el 18% pero los homicidios con armas de fuego, el 300%. Todas las jurisdicciones menos el Territorio del Norte mostraron aumentos significativos en homicidios. Mas notable aún ha sido la incidencia en delitos cometidos dentro de los hogares por intrusos: Aumentó el número de personas muertas, asaltadas, violadas, robadas en sus propias casas. Los delincuentes violentos mas confiados en su impunidad y bajo riesgo desde que una parte de la población fuera desarmada, comenzaron a actuar con mayor audacia. Debe notarse aquí que el efecto de la publicidad del desarme – cualquiera que fuese su verdadera extensión – sería suficiente para influir en esta actitud. Esto concuerda con las proyecciones de los profesores J. Lott y D. Mustard, economistas e investigadores de la Universidad de Chicago, en sus trabajos sobre armas y delincuencia en los Estados Unidos.

John Lott y David Mustard publicaron su trabajo en el Journal of Legal Studies, vol. XXVI (Enero 1997) – «Crime, Deterrence and the Right-to-carry Concealed Weapons» («Crimen, Disuacion y el Derecho a la Portación de Armas»). Su trabajo fue un análisis estadistico exaustivo de datos oficiales de los archivos de todos los Estados de la Unión, referido a ese país. Demuestran entre otras cosas  que la delincuencia en todas las categorías es menor en lugares donde hay portación lícita (y por supuesto tenencia – que en la mayoría de los EEUU es lícita). Los autores no son «entusiastas de armas»,  ni voceros de la NRA, y el estudio es completamente objetivo; como era de esperarse ha causado gran controversia pero fuera de las discusiones emocionales no ha sido refutado – es más, no esperaban causar tanto furor y al verse sorprendidos por tanta prensa fuera del ambiente científico, repitieron y profundizaron el estudio, publicando Lott un libro, «More Guns; Less Crime» («Mas Armas; Menos Crimen» – The University of Chicago Press, 1998). Las conclusiones son meticulosamente graficadas y gran parte del libro contiene datos técnicos sobre los métodos de análisis utilizados. Sus argumentos se reforzaron al expandirse el muestreo. El foco del trabajo es la portación, lo que no viene al caso de Australia (ni de nuestro país, donde también esta severamente restringido), pero es el interés en su tesis central: El delincuente en general mide su costo y riesgo contra el posible beneficio antes de actuar – como en cualquier emprendimiento. Si el estado garantiza la reducción de su riesgo, aumentará su accionar.

Concretamente, regresando a la Oficina de Estadística entre 1996 y 1997. El Homicidio aumentó el 3.2%, el asalto el 8.6%, el robo armado un 44% (destacable), robo sin armas 21%, hurto domiciliario aumentó el 3.9%, robo de vehículos el 6.1%. Hubo 312 homicidios en 1996; 322 en 1997: Si se descuentan las 35 victimas de Ryan, el aumento porcentual de homicidios aislados fue mucho mayor (16%). La variación de 6256 robos armados del 96 a 9015 registrados en el 97 apoya la tesis de Lott y Mustard. Por otro lado, por más que el número de homicidios es relativamente reducido, de enquistarse estas tendencias muy pronto se superaría la cantidad de victimas del asesino en masa. John Lott, en su libro «Mas Armas…» cita otro factor de tener en cuenta el efecto «ventana violada» («broken window» llamado así por James Wilson y George Kelling) en el cual un delito impune conduciría a la ejecución de otro, posiblemente mas grave – agravando las proyecciones futuras. Antes de dejar las cifras: según él, un ente de control de armas (en una presentación durante el juicio de Ryan), entre 1986 y 1996 en la década inmediatamente anterior a este caso, hubo en Australia 92 victimas de armas de fuego en manos de 12 asesinos en masa (5 o mas victimas a la vez).

¿Puede enseñarnos algo la experiencia australiana?

Al otro lado del mundo, con un nivel de ingreso muy superior en promedio al nuestro, con el sistema parlamentario y judicial peculiar al remanente anglo-sajón del antiguo Imperio Británico parecería que lo único que tenemos en común es el mismo hemisferio y el Cocodrilo Dundee. También compartimos la preocupación creciente con la violencia cotidiana, quizás con más motivo – al menos en nuestras concentraciones urbanas no hemos tenido hasta ahora que  enfrentar el horror del asesino en masa. Este es un tema aparte de gran importancia, pero por ahora recordemos solamente que estamos importando, adoptando y adaptando un flujo continuo de usos y costumbres – abuso de drogas, alienación en los grupos familiares y sociales, ‘entretenimientos’ novedosos, disloque en valores y creencias… no se conoce allí que causa estos monstruos, ni mucho menos lo podemos saber nosotros, ni afirmar con certeza que somos inmunes a ello.

Si se pueden hacer generalizaciones. Se actuó bajo la premisa de que existe el riesgo de que cualquier ciudadano sea un delincuente en potencia o cómplice (aunque sea sin intención). Se instaló esta idea en la mayoría de la población: «Aunque uno mismo y su entorno no lo fuera por supuesto ¿quién sabe de los demás?». Ayudaron algunos medios de difusión y en alguna medida la manipulación electoralista, potenciados por las posibilidades técnicas actuales de la comunicación masiva. Estas a la vez ahogaron toda voz de las minorías y excluyeron el debate racional. Al mismo tiempo, se puso en alto el arma como talismán de la violencia: Para muchos una cábala maligna, a ser eliminado sin más consideraciones. Otros tomaron la posición razonable y simple, que si las armas de fuego no estarían disponibles, las personas violentas ya no lo serían tanto (o tan dañina). El incidente del asesino en Port Arthur fue más bien un catalizador de algo que ya se estaba gestando; en la reacción emocional (amplificado a pleno por los medios) los últimos escépticos fueron callados y el pueblo regocijó en el espectáculo de las pilas de armas siendo destruidas en rituales públicos.

Ceder por completo la defensa personal a la fuerza pública (con el cual la población siempre mantuvo muy buena relación) parecía perfectamente aceptable y la ley fue aprobada. Al año se puede determinar que su consecuencia fue exactamente la opuesta a su propósito. El incremento en la violencia, sin embargo, es visible tan solo en cifras estadísticas y gráficos que trazan líneas hacia arriba – tema muy poco dramático para quien no lo vive personalmente. El presupuesto de «recompra» de las armas, proyectado a mas de $500.000.000 fue extraído del de salud pública (ya que el eje del argumento contra las armas fue como amenaza a la salud – efectivamente, un balazo hace bastante mal) y debían ser destruidas: Ya hay algunas preocupaciones de que algunas se han derivado al submundo delictivo («…es inevitable que cuando hay dinero habrá corrupción… que será investigado hasta sus raíces…» según el Comisario de Policía de New South Wales.

No es posible imaginar que en la Argentina se lograría resultados mejores. A favor de un desarme, las armas registradas están inmediatamente accesibles a quien viole el espíritu actual de nuestro sistema registral (recordemos, inexistente allá). Dados las exigencias del registro, se garantizaría de que quien entregue (o se le quite) sus armas sea un ciudadano cabal y honesto – para la delincuencia, un logro extraordinario. En el mismo espíritu se podría revocar el artículo 34 del Código Penal, haciendo punible la defensa propia, especialmente (considerando los índices de aumento del robo domiciliario) permitiendo el ingreso impune a extraños en el hogar. Para concluir, no es el uso de armas por parte de las victimas, que afecta a la delincuencia sino la sola posibilidad de ello.

«Asunto: Solicitud de tenencia de armas ‘Clase C’ / Cocodrilos, caza de. «Informe psiquiátrico sobre el solicitante: Michael J. (Mike) Dundee:

«Tras el estudio del material suministrado mostrando la conducta del Sr. Dundee, llegamos a la conclusión que es un personaje con fuertes tendencias anti-sociales, inclinado al desacato a la autoridad y con un pronunciado desajuste a un entorno civilizado. Su comportamiento puede ser violento, o al menos comprometedor para la seguridad física y moral de las personas en su proximidad. Respecto a su ‘razon genuina’ de necesitar el arma para la caza de cocodrilos debemos constatar que no tenemos evidencia de que se dedique a esta actividad en forma regular.

«Es nuestra opinión profesional que no es una persona «idónea y correcta» para la tenencia de armas de ningún tipo y recomendamos además de denegar esta licencia de tenencia, la confiscación inmediata del arma blanca que suele llevar en clara portación ilícita”.

Algunas fuentes de internet:

  • The Sporting Shooters of Australia Inc. – Keith Tidwell – Director Ejecutivo. Organismo similar al NRA de los Estados Unidos, su «Institute of Legislative
  • Action tiene artículos sobre la situación allí como en el foro internacional (en el cual son participantes activos). Parte de los datos estadísticos se han tomado de numero de Septiembre 98: «Firearms Control: Assesing the Impact» por Paul Peake. Se recomienda navegar los «links».
  • Coalition for Gun Control in Australia – varias paginas de internet
  • Parlamento de New South Wales
  • Paginas del gobierno Australiano.
  • Buyback Handbook: la «recompra» – con los valores y lista de armas, y definiciones etc. de las categorías permitidas y prohibidas.
  • El «International Firearms Directory», Tom Walls: una página de vínculos de gran utilidad para la investigación de todo tema de armas. Orientado a la defensa del derecho a las armas.

 

  • El autor de la presente nota, Pedro J. Knight – es Instructor de Tiro, categoria B, Renar – y usted puede escribirle y consultarlo a: Rio Santa Rosa – Calamuchita – Córdoba – Argentina, o a su e-mail: peterkt@calamuchitanet.com.ar -P.O. Box 40 – 5194 Villa Gral. Belgrano – Cordoba – Argentina.

Fuente: Pedro J. Knight, Diario Legitima Defensa, edición nº5, página 3. Impreso en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en Diciembre de 1998.